Al este de España, en la comunidad de Aragón, se encuentra la ciudad de Teruel. Una de las iglesias más representativas de esta localidad fue reformada en el siglo XVI. Durante su remodelación se encontraron dos cuerpos momificados y acompañados de un documento que describa, en palabras del juez Domingo de Celada, lo siguiente: los cuerpos pertenecían a Isabel Segura y Juan Diego de Marcilla, cuyo enamoramiento se había visto impedido por sus familias.
La condición para estar juntos era que Diego de Marcilla se enriqueciera, con lo que decidió marchar a hacer dinero y tiempo después regresar por Isabel. En el transcurso, el padre de Isabel le buscó otro marido, con quien se casó el mismo año en que Diego de Marcilla regresaba.
El impacto de este último fue tan grande que cayó muerto al enterarse. En el funeral, Isabel le dio un último beso, en señal de culpa y reconciliación. Al hacer esto, cayó muerta en el cadáver de Juan Diego. Ante la sorpresa, los familiares decidieron enterrarlos juntos como símbolo de una aprobación tardía de su amor.
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