Nezahualcóyotl
"coyote-hambriento"
Rey de Texcoco (1431-72)
Nació y murió en Texcoco (1402-1472). Fue hijo de Extlilxóchitl, sexto señor de los chichimecas, y de Matlalcihuatzin, hija de Huitzilíhuitl, segundo señor de Tenochtitlan. En 1418 su padre abandonó Texcoco, obligado por Tezozómoc, señor de los tecpanecas de Azcapotzalco; sitiado durante 30 días en la fortaleza de Tzinacanoztoc, se retiró a Tapanahuayuan, llevando consigo a Nezahualcóyotl y a varios jefes que le permanecieron fieles; pero ahí perdió la vida en combate con sus perseguidores, mientras el joven príncipe, de 16 años de edad, observaba la escena
oculto en un árbol. Por la noche Nezahualcóyotl se encaminó hacia Tlaxcala por senderos extraviados.
En el camino encontró a varios de los suyos y les recomendó que volvieran a sus casas y obedecieran a Tezozómoc, mientras el encontraba manera de librarlos de la tiranía. El usurpador ofreció recompensas a quien entregara al príncipe, vivo o muerto. Éste recorría, disfrazado algunos poblados de su dominio y penetraba a otros para mantenerse informado de los planes del enemigo.
En 1420 sus tías, las esposas de los señores de México y Tlaltelolco, solicitaron al señor tecpaneca el perdón del príncipe, aduciendo su inocencia, y éste le permitió que
viviera en Tenochtitlan. Dos años después se le asignó un palacio en Texcoco y se le autorizó a viajar entre las dos ciudades.
El 2 de febrero de 1427 murió Tezozómoc y lo sucedió su hijo Maxtla. Nezahualcóyotl, aun sabiendo que había el propósito de asesinarlo, concurrió a los funerales de Azcapotzalco. Meses más tarde volvió a la metrópoli tecpaneca a interceder por la libertad de Chimalpopoca, su tío y señor de México, enjaulado por orden del nuevo tirano. Con permiso de éste, pasó a Tenochtitlan y vio morir al monarca.
De regreso a Azcapotzalco, Maxtla le tendió una celada, pero consiguió escapar a Texcoco. En esta población su hermano y enemigo Tlilmantzin lo invitó a una fiesta con la intención de matarlo; pero advertido a tiempo, Nezahualcóyotl se hizo sustituir por un labriego que se le parecía y a quien, en efecto, lo apuñaló, un capitán y le cortó la cabeza para llevarla como trofeo a Maxtla. Éste mandó participar la muerte del príncipe a Itzcóatl, suceso de Chimalpopoca; pero cuando el enviado llegó a México, llevando el despojo en prenda, encontró a Nezahualcóyotl, quien le dijo: "Di al agosto de 1427 en Calpulalpan. Al frente de 100 mil ombres, ese mismo día se apoderó de Otumba; mandó que los tlaxcaltecas y huejotzincas avanzaran contra Acolman; él se dirigió con el resto de las tropas hacia Texcoco, y pidió a los chalcas, que avanzaban desde el sur, que tomaran Coatlinchan y se aproximaran a Huexotla.
Nezahualcóyotl llegó a esta población, que le era por los tecpanecas. Itzcóatl y Cuauhtlalohuatzin enviaron como emisario ante Nezahualcóyotl al príncipe Ilhuicamina.
El señor de Texcoco viajó en secreto a Tenochtitlan y concertó con ellos la contraofensiva. El 14 de febrero de 1428 movilizó 250 mil hombres a Tlaltelolco a través de la laguna; el 15 él mismo, al mando de 50 mil hombres, desembarcó en Tepeyac; y los mexicanos, divididos en tres columnas, rompieron el sitio y llegaron hasta las costas y linderos de Azcapotzalco: Itzcóatl por agua, Moctezuma por Tacuba y Tlacaéleltzin por Tlalnepantla. Mazatl, el general de los tecpanecas, resolvió encerrarse con sus 300 mil guerreros en la fortaleza de Mazatzintamalco.
Ahí lo sitiaron durante 114 días. Los aliados de Maxtla ( Coyohuacan, Xochimilco, Cuauhtitlán y Tepotzotlán).
No pudieron salvarlo de la derrota. El ejército tecpaneca fue desbaratado cuando intentó romper el cerco. Azcapotzalco fue entregado al saqueo de los vencedores, maxtla muerto por mano de Nezahualcóyotl ( 6 de junio) y la ciudad convertida
en mercado de esclavos, para infamarla. En los meses siguientes corrieron igual suerte Tapanahuayan, Tultitlán, Teoloyucan y otras poblaciones al norte de Xaltocan.
Mientras era destruido el imperio de Azcapotzalco, Iztlacautzin sublevó Huexotla y se apoderó de Texcoco y otras localidades acolhuas. Nezahualcóyotl se quedó a vivir en el bosque de Chapultepec, lo pobló de animales de caza, instaló albercas y construyó el acueducto que llevó el agua potable a México; pero en la primavera de 1429 atravesó de noche el lago con un ejercitó y recuperó su capital tras siete días de combate, extendió y consolidó la reconquista y volvió a Tenochtitlan.
Propuso luego la paz a Tacopaintzin, señor de Xochimilco, pero fue rechazado de suerte que a fines de ese mismo año tomó la plaza, luego de llenar con haces de yerbas el canal que le impedía el paso.
En 1430 hizo una tercera campaña para dominar a los sobrevivientes de la matanza de Azcapotzalco y a varios grupos acolhuas sublevados Zempoala, Tepepulco y Apan se sometieron de grado.
Consumada la dominación del valle de México, Nezahualcóyotl e Itzcóatl pactaron una alianza, a la que se añadió a Totoquiyauhtzin, señor de Tacuba, quien a pesar de ser tecpaneca había facilitado el paso por su territorio al ejército de Moctezuma, en la pasada guerra contra Maxtla.
La triple Alianza se solemnizó a mediados de 1431.
En seguida los tres señores procedieron al reparto de las tierras conquistadas: marcaron una línea de sur a norte desde el cerro de cuexcomatl hasta Tototepec; asignaron la parte del este a Texcoco, la del oeste a México-Tenochtitlan y le agregaron a Tacuba la provincia de Mazahuacan y otros pueblos.
Nezahualcóyotl restituyó el poder local a los señores de Tepetalaoztoc, Acolman, Tepecpan, Chiuhnautlan, Tolantzinco, Cuauhchinanco, Xicotepec, y Teotihuacan, aunque sujetos a obediencia y a pagar tributo. Otumba, Chiautla y Cohuatecpec las dio a sus hijos o íntimos; reservó para sí la capital y una zona aledaña; y nombró ocho recaudadores encargados de recoger, en el resto de sus dominios los comestibles con que debían contribuir otros tantos grupos de pueblos a los consumos de la casa real. En todos los terrenos comunales había dos parcelas cuyos productos se destinaban al rey, una y otra a la corte.
En Teotihuacan estableció el tribunal que juzgaba a los nobles, en Otumba el de los plebeyos en Texcoco el que conocía de las apelaciones. Instituyó sendos consejos de
instrucción pública, de guerra y de hacienda y uno supremo formado por 14 señores. Nombró para presidir estos organismos a cuatro de sus hijos. Expidió, además, 80 leyes, para garantizar la lealtad al Estado y las buenas costumbres; la pena por la infracción a estas disposiciones era, en la mayoría de los casos, la muerte. En el bosque de Tezcutzinco protegió los árboles, captó los manantiales,condujo el agua por los montes, introdujo el riego, labró albercas en las rocas, plantó flores, propagó especies animales y escribió poemas. Fernando de Alva Ixtlixóchitl, su nieto, dice en su Histororia chichimeca que Nezahualcóyotl, a lo largo de su vida, mató por su mano a 12 reyes, incluyendo a Maxtla, participó en 30 batallas y nunca fue vencido ni herido; sujetó 44 reinos; nombró generales a 43 de sus hijos y al cuadragésimo cuarto lo mandó matar por soberbio y belicoso.
Reunió a todos los sabios y filósofos de su tiempo y alcanzó a saber que había un solo Dios verdadero, al que llamó Tloque Nahuaque; castigó los delitos con rigor, "especialmente a las personas de calidad y que habían de dar ejemplo a las demás"; y fue misericordioso y agradecido.
Murió a los 70 años de edad y a los 43 de su reinado. Se conservan unas 30 composiciones poéticas suyas en las colecciones de manuscritos de cantares prehispánicos. Según lo ha advertido Miguel León-Portilla (Nezahualcóyotl, poesía y pensamiento, 1972), los temas que desarrolla en ellos son " la fugacidad de cuanto existe, la muerte inevitable, la posibilidad de decir palabras verdaderas, el más allá y la región de los descarnados, el sentido de flor y canto, elenigma del hombre frente al dador de la vida y la posibilidad de vislumbrar algo acerca del inventor de sí mismo". En 1972, quinto centenario de la muerte del señor de Texcoco, el gobierno del estado de México publicó ocho libros conmemorativos -unos reimpresos, otros originales - , obra de José María Vigil, Miguel León Portilla, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, José Luis Martínez, Salomón de la Selva, Víctor M. Castillo F.,
Pedro Mascaró y Sosa y Carlos Pellicer. En Chapultepec hay una fuente monumental en su memoria, proyectada por el escultor Luis Ortiz Monasterio. El obispo José Joaquín Granados y Galvez (1743-1794) publicó en Tardes americanas (1778) un poema atribuido a Nezahualcóyotl que contiene expresiones del todo extrañas al pensamiento prehispánico. Un municipio y una ciudad del estado de México llevan su nombre.
Canto de la huida
(De Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco)
En vano he nacido,
En vano he venido a salir
De la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
Que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero…
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!
¿Habré de erguirme sobre la tierra?
¿Cuál es mi destino?,
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
en la tierra, aquí
¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?
¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
Sólo vivo con la cabeza inclinada
Al lado de la gente.
Por eso me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.
¿Cómo lo determina tu corazón,
Dador de la Vida?
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
Estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?
¿Es verdad que nos alegramos,
que vivimos sobre la tierra?
No es cierto que vivimos
Y hemos venido a alegrarnos en la tierra.
Todos así somos menesterosos.
La amargura predice el destino
Aquí, al lado de la gente.
Que no se angustie mi corazón.
No reflexiones ya más
Verdaderamente apenas
De mí mismo tengo compasión en la tierra.
Ha venido a crecer la amargura,
Junto a ti a tu lado, Dador de la Vida.
Solamente yo busco,
Recuerdo a nuestros amigos.
¿Acaso vendrán una vez más,
acaso volverán a vivir;
Sólo una vez perecemos,
Sólo una vez aquí en la tierra.
¡Que no sufran sus corazones!,
junto y al lado del Dador de la Vida.
Poneos de pie
¡Amigos míos, poneos de pie!
Desamparados están los príncipes,
Yo soy Nezahualcóyotl,
Soy el cantor,
Soy papagayo de gran cabeza.
Toma ya tus flores y tu abanico
¡Con ellos ponte a bailar!
Tú eres mi hijo,
Tú ere Yoyontzin.
Toma ya tu cacao,
La flor del cacao,
¡que sea ya bebida!
¡Hágase el baile,
No es aquí nuestra casa,
No viviremos aquí
Tú de igual modo tendrás que marcharte.
Canto de primavera
En la casa de las pinturas
Comienza a cantar,
Ensaya el canto,
Derrama flores,
Alegra el canto.
Resuena el canto,
Los cascabeles se hacen oír,
A ellos responden
Nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
Alegra el canto.
Sobre las flores canta
El hermoso faisán,
Su canto despliega
En el interior de las aguas.
A él responden
Variados pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
Bellamente canta.
Libro de pinturas es tu corazón
Has venido a cantar,
Haces resonar tus tambores,
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera
Alegras a las gentes
Tú sólo repartes
Flores que embriagan
Flores preciosas.
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
Alegras a las gentes.
Alegraos
Alegraos con las flores que embriagan,
Las que están en nuestras manos.
Que sean puestos ya
Los collares de flores.
Nuestras flores del tiempo de lluvia,
Fragantes flores,
Abren ya sus corolas.
Por allí anda el ave,
Parlotea y canta,
Viene a conocer la casa de dios.
Sólo con nuestros cantos
Perece vuestra tristeza.
Oh señores, con esto,
Vuestro disgusto de disipa.
Las inventa el Dador de la vida,
Las ha hecho descender
El inventor de sí mismo,
Flores placenteras,
Con ellas vuestro disgusto se disipa.
Soy rico
Soy rico,
Yo, el señor Nezahualcóyotl.
Reúno el collar,
Los anchos plumajes de quetzal,
Por experiencia conozco los jades,
¡son los príncipes amigos!
Me fijo en sus rostros,
Por todas partes águilas y tigres,
Por experiencia conozco los jades,
Las ajorcas preciosas…
Solamente él
Solamente él,
El Dador de la Vida.
Vana sabiduría tenía yo,
¿Acaso alguien no lo sabía?
¿Acaso alguien?
No tenía yo contento al lado de la gente.
Realidades preciosas hacer llover,
De ti proviene tu felicidad,
¡Dador de la vida!
Olorosas flores, flores preciosas,
Con ansia yo las deseaba,
Vana sabiduría tenía yo…
Estoy triste
Estoy triste, me aflijo,
Yo, el señor Nezahualcóyotl.
Con flores y con cantos
Recuerdas a los príncipes,
A los que se fueron,
A Tezozomoctzin, a Quaquauhtzin.
En verdad viven,
Allá en donde de algún modo se existe.
¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes,
llevarles nuestras flores!
¡Si pudiera yo hacer míos
los hermosos cantes de Tezozomoctzin!
Jamás perecerá tu nombre,
¡oh mi señor, tú, Tezozomoctzin!
Así, echando de menos tus cantos,
Me he venido a afligir,
Sólo he venido a quedar triste,
Yo a mí mismo me desgarro.
He venido a estar triste, me aflijo.
Ya no estás aquí, ya no,
En la región donde de algún modo se existe,
Nos dejaste sin provisión en la tierra,
Por esto, a mí mismo me desgarro.
Yo lo pregunto
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Percibo lo secreto…
Percibo lo secreto, lo oculto:
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
De cuatro en cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos de irnos,
Todos habremos de morir en la tierra…
Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.
Como una pintura
Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a su casa.
Se acercó aquí
Hace giros la tristeza
De los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
Aunque fuerais de jade,
Aunque allá iréis,
Al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer
Nadie habrá de quedar.
Estoy embriagado
Estoy embriagado, lloro, me aflijo,
Pienso, digo,
En mi interior lo encuentro:
Si yo nunca muriera,
Si nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
Allá donde ella es conquista,
Que allá vaya yo…
Si yo nunca muriera,
Si yo nunca desapareciera.
¿A dónde iremos?
¿ A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá por siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
Los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.
Lo comprende mi corazón
Por fin lo comprende mi corazón:
Escucho un canto,
Contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!
No acabaran mis flores
No acabarán mis flores,
No cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
Se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
Se marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá,
Al interior de la casa
Del ave de plumas de oro.
Con flores escribes…
Con flores escribes, Dador de la vida,
Con cantos das color,
Con cantos sombreas
A los que han de vivir en la tierra.
Después destruirás a águilas y tigres,
Sólo en tu libro de pinturas vivimos,
Aquí sobe la tierra.
Con tinta negra borrarás
Lo que fue la hermandad,
La comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.
En el interior del cielo
Sólo allá en el interior del cielo
Tú inventas tu palabra,
¡Dador de la vida!
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida…
Amigos, águilas, tigres,
¿a dónde en verdad iremos?
Mal hacemos las cosas, oh amigo.
Por ello no así te aflijas,
Eso nos enferma, nos causa la muerte.
Esforzáos, todos tendremos que ir
A la región del misterio.
¿Eres tú verdadero…?
¿Eres tú verdadero ( tienes raíz )?
Sólo quien todas las cosas domina,
El Dador de la vida.
¿Es esto verdad?
¿Acaso no lo es, como dicen?
¡Que nuestros corazones
no teman tormento!
Todo lo que es verdadero,
(lo que tiene raíz),
dicen que no es verdadero
(que no tiene raíz).
El Dador de la vida
Sólo se muestra arbitrario.
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!.
No en parte alguna…
No en parte alguna puede estar la casa del inventor de sí mismo.
Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
El es quien inventa las cosas,
Él es quien se inventa a sí mismo: Dios.
Por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Nadie puede aquí
Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida:
Sólo es invocado,
A su lado,
Junto a él,
Se puede vivir en la tierra.
El que lo encuentra,
Tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
A su lado, junto a él,
Se puede vivir en la tierra.
Nadie en verdad
Es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
Buscáramos a alguien,
Así te buscamos,
Nosotros que vivimos en la tierra,
Mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
Estaremos junto a ti a tu lado.
No enloquece el Dador de la vida,
Nos embriaga aquí.
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.
Sólo tú alteras las cosas,
Como lo sabe nuestro corazón:
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.
Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan
(con que saludó a Moctezuma el viejo,
cuando estaba éste enfermo).
Miradme, he llegado.
Soy blanca flor, soy faisán,
Se yergue mi abanico de plumas finas,
Soy Nezahualcóyotl.
Las flores se esparcen,
De allá vengo, de Acolhuacan.
Escuchadme, elevaré mi canto,
Vengo a alegrar a Moctezuma.
¡Tatalilili, papapapa, achala, achala!
¡Qué sea para bien!
¡que sea en buen momento!
Donde están erguidas las columnas de jade,
Donde están ellas en fila,
Aquí en México,
Donde en las obscuras aguas
Se yerguen los blancos sauces,
Aquí te merecieron tus abuelos,
Aquel Huitzilíhuitl, aquel Acamapichtli.
¡Por ellos llora, oh Moctezuma!
Por ellos tú guardas su estera y su solio.
El te ha visto con compasión,
Él se ha apiadoado de ti, ¡oh Moctezuma!
A tu cargo tienes la ciudad y el solio.
Un coro responde:
Por ello llora, ¡Oh Moctezuma!
Estás contemplando el agua y el monte, la ciudad,
Allí ya miras a tu enfermo,
¡oh Nezahualcóyotl!
Allí en las obscuras aguas,
En medio del musgo acuático,
Haces tu llegada a México.
Aquí tú haces merecimiento,
Allí ya miras a tu enfermo.
Tú, Nezahualcóyotl.
El águila grazna,
El ocelote ruge,
Aquí es México,
Donde tú gobernabas Itzcóatl.
Por él, tienes tú ahora estera y solio.
Donde hay sauces blancos
Sólo tu reinas.
Donde hay blancas cañas,
Donde se extiende el agua de jade,
Aquí en México.
Tú, con sauces preciosos,
Verdes como jade,
Engalanas la ciudad,
La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Haces vibrar tu abanico de plumas finas,
lo contempla la garza
lo contempla el quetzal.
¡Son amigos los príncipes!
La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Flores luminosas abren sus corolas,
donde se extiende el musgo acuático,
aquí en México.
Sin violencia permanece y prospera
en medio de sus libros y pinturas,
existe la ciudad de Tenochtitlan.
El la extiende y la hace florecer,
él tiene aquí fijos sus ojos,
los tiene fijos en medio del lago.
Se han levantado columnas de jade,
de en medio del lago se yerguen las columnas,
es el Dios que sustenta la tierra
y lleva sobre sí al Anáhuac
sobre el agua celeste.
Flores preciosas hay en vuestras manos,
con verdes sauces habéis matizado a la ciudad,
a todo aquello que las aguas rodean,
y en la plenitud del día.
Habéis hecho una pintura del agua celeste,
la tierra del Anáhuac habéis matizado,
¡oh vosotros señores!
A ti, Nezahualcóyotl,
a ti, Motecuhzoma,
el dador de la vida os ha inventado,
os ha forjado,
nuestro padre, el Dios,
en el interior mismo del agua.
He llegado
He llegado aquí,
soy Yoyontzin.
Sólo busco las flores,
sobre la tierra he venido a cortarlas.
Aquí corto ya las flores preciosas,
para mí corto aquellas de la amistad:
son ellas tu ser, oh príncipe,
yo soy Nezahualcóyotl, el señor Yoyontzin.
Ya busco presuroso
mi canto verdadero,
y así también busco
a ti, amigo nuestro.
Existe la reunión:
es ejemplo de amistad.
Por poco tiempo me alegro,
por breve lapso vive feliz
mi corazón en la tierra.
En tanto yo exista, yo, Yoyontzin,
anhelo las flores,
una a una las recojo,
aquí donde vivimos.
Con ansia yo quiero, anhelo,
la amistad, la nobleza,
la comunidad.
Con cantos floridos yo vivo.
Como si fuera de oro,
como un collar fino,
como ancho plumaje de quetzal,
así aprecio
tu canto verdadero:
con él yo me alegro.
¿Quién es el que baila aquí,
en el lugar de la música,
en la casa de la primavera?
Soy yo, Yoyontzin,
¡ojalá lo disfrute mi corazón!
Pensamiento
¿Es que en verdad se vive aquí en la tierra?
!No para siempre aquí!
Un momento en la tierra,
si es de jade se hace astillas,
si es de oro se destruye,
si es plumaje de ketzalli se rasga,
!No para siempre aquí!
Un momento en la tierra.
Un recuerdo que dejo
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos
MONÓLOGO DE NEZAHUALCÓYOTL
Hay cantos floridos; que se diga
yo bebo flores que embriagan,
ya llegaron las flores que causan vértigo,
ven y serás glorificado.
Ya llegaron aquí las flores en ramillete:
son flores de placer que se esparcen,
llueven y se entrelazan diversas flores.
Ya retumba el tambor: sea el baile:
con bellas flores narcóticas se tiñe mi corazón.
Yo soy cantor: flores para esparcirlas
yo las voy tomando: gozad.
Dentro de mi corazón se quiebra la flor del canto:
ya estoy esparciendo flores.
Con cantos alguna vez me he de amortajar,
con flores m corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
La fama de mis flores, el renombre de mis cantos,
dejaré abandonados alguna vez:
con flores mi corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
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