jueves, 31 de octubre de 2019

El sustanciero


El sustanciero era un hombre que iba de casa en casa, haciendo oscilar a modo de péndulo un hueso de jamón, que llevaba pendiente de una soga y decía a grito pelado:
¡Sustancia! ¿Quien quiere sustancia para el puchero? Traigo un hueso riquísimo.
De vez en cuando una mujer que ya tenía la olla preparada, lo llamaba:
¡Deme usted una perra gorda de sustancia; pero a ver si me la sirve como es debido. El domingo pasado, retiró usted el hueso demasiado pronto! ¡No se preocupe usted, le respondía el sustanciéro, ya verá que puchero tan sustancioso le saldrá hoy!
Y cogiendo con su mano derecha el cordel, introducía el hueso de jamón en la olla, mientras que con la otra mano, sacaba del bolsillo un reloj, para contar los segundos que pasaban. Supongo que si un día se hubiera equivocado introduciendo en la olla el reloj, que tenía una cadena muy a propósito, en vez de introducir el hueso, el resultado hubiera sido más o menos lo mismo; pero no se equivocaba nunca y cuando marcaba el reloj el término de la inmersión, el sustanciero reclamaba su perra gorda y se iba en busca de nuevos clientes.

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