miércoles, 30 de enero de 2019

Federica Montseny

Federica Montseny, la primera mujer ministra de Europa


Mujer, anarquista, libertaria y revolucionaria, Federica Montseny durante la Guerra Civil llegó a ser ministra, un cargo hasta entonces limitado a los hombres. Primera mujer en ocupar el puesto en la historia de Europa, sus proyectos resultaron tan revolucionarios como su personalidad
El 7 de noviembre de 1936, una mujer toma posesión de la cartera del Ministerio de Sanidad y Asistencia Pública unos meses después de comenzar la Guerra Civil, en noviembre de 1936 y se mantiene al frente seis meses, hasta mayo de 1937. en el gobierno de Largo Caballero. Ella es la militante anarquista Federica Montseny. En plena Guerra Civil, una mujer es designada ministra, la pionera en acceder a las tareas de gobierno en la historia de España. El Ejecutivo republicano ha creado este ministerio respondiendo a una promesa largamente anunciada y ella es su principal candidata. Federica, consciente de la importancia que su nombramiento comporta, deja de lado los problemas de conciencia que dicha decisión le acarrea, ya que resulta una paradoja que una ácrata de cuna ejerza un cargo político. Considera que la situación lo justifica completamente. Ilusionada, acomete su labor de ministra con la pasión y el arrojo que la caracterizan:
'Y para la gran masa de mujeres trabajadoras, ¿cuánta independencia se gana si la estrechez y falta de libertad del hogar es reemplazada por la estrechez y falta de libertad de la fábrica, las tiendas o la oficina?... ¡Gloriosa independencia!'

Al frente de la cartera hasta mayo del año siguiente, su labor marcará también un hito, con revolucionarios proyectos sociales . En sólo seis meses, su contribución a la mejora de la salud pública y a la consecución de los derechos de las mujeres en España marca un hito histórico. Impulsa un cambio en los conceptos de sanidad pública y bienestar social. Convencida de la necesidad de reestructurar los servicios médicos, cree en su descentralización y su vinculación con el entorno social. Entre sus logros podemos destacar la creación de hogares infantiles, la promoción de comités técnicos de investigación psiquiátrica contra el cáncer o la creación de casas de reposo para los combatientes. O proyectos adelantados a su tiempo, como la promulgación de una ley de interrupción del embarazo, una campaña de lucha antivenérea, o la creación de los ‘liberatorios  sexuales’ de la prostitución, centros donde las prostitutas podían alojarse y aprender un oficio, manteniendo paralelamente abiertos los prostíbulos, consecuente con sus ideas.
Sólo la caída del Gobierno, a raíz de los conflictos de mayo de 1937 en la retaguardia catalana, interrumpe su labor.

Pero….¿cuáles eran los orígenes de aquella mujer?

Federica era hija de catalanes y había nacido de rebote en Madrid, en los albores del pasado siglo, el 12 de febrero de 1905. Federico Urales y Soledad Gustavo, nombres de guerra de sus progenitores, vivían allí uno de sus frecuentes destierros. Militantes anarquistas de renombre, maestra radical ella y articulista combativo él, habían inculcado en su hija los valores de la militancia y el compromiso político. Su madre, Teresa Mañé, era una librepensadora que alcanzaría prestigio internacional. Como destacada feminista anarquista publicaría comprometidos artículos sobre la educación, la condición de la mujer y la historia del movimiento sindicalista y anarquista en España. Su padre, Joan Montseny, hijo de Reus, de origen humilde, tonelero en su juventud, trocó en maestro tras su matrimonio con Teresa y fundó una escuela laica en su ciudad natal. Pero quizás el hecho más destacado de su biografía fue la fundación de La Revista Blanca que, de la mano de su esposa y con la ayuda económica de Alejandro Lerroux, fundó en 1898. En sus páginas colaborarían firmas del prestigio de Unamuno, Baroja y Pi i Margall, entre otros. Su primera etapa se prolongaría justo hasta el año en que vendría al mundo su primogénita y única hija.
Federica llegó en un momento crítico para la pareja. Conocidos como ‘la familia Urales’, estaban acuciados por problemas económicos y abandonaron la política para establecerse como granjeros en Cerdanyola. Allí permanecen hasta que, en 1923, deciden volver a la militancia activa. Aquella joven educada en los principios del anarquismo, que había escrito su primera novela, Horas trágicas, a los 16 años, decide entonces ingresar en la CNT. Empieza a colaborar en Solidaridad obrera y se hace cargo de La Revista Blanca, que se publicará hasta 1936.

En 1929, se une a Germinal Esgleas. La pareja tendría tres hijos: Vida, Germinal y Blanca.

Dos años después se afilia a la CNT: sus grandes dotes de oradora la convertirán en figura destacada.

El 21 de julio de 1936 ingresa en la FAI, a instancias del comité ejecutivo de la CNT. Poco después llegaría su nombramiento como ministra.

Se exilia en Francia en febrero de 1939, cuando la victoria de Franco es prácticamente un hecho, y será recluida dos años después en la cárcel de Limoges, junto a Largo Caballero, mientras su compañero Germinal es encarcelado en Toulouse. El Gobierno franquista reclama su extradición pero la Corte de Apelación de Vichy deniega la petición. El embarazo de su tercera hija, Blanca, la salva de una muerte segura. Pocos días antes habían sido fusilados Companys, Zugazagoitia y Puig Salido.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, se instala definitivamente junto a su familia en Toulouse. Allí desempeñará el cargo de redactora jefe del semanario L’Espoir.

En 1987 publica su autobiografía Mis primeros cuarenta años, su novena obra. ‘La ministra roja’ fallece El 14 de enero de 1994,en su domicilio de Toulouse, , a un mes escaso de cumplir 89 años.

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