El pucherazo era uno de los métodos de manipulación electoral usados durante la Restauración borbónica. Así se conseguía la alternancia pactada previamente entre el Partido Liberal y el Partido Conservador. Para llevar a cabo la manipulación, se guardaban papeletas de votación (por ejemplo en pucheros, de ahí la denominación que se popularizó), y se añadían o se sustraían de la urna electoral a conveniencia del resultado deseado.
Estas practicas se utilizaban para determinar con anterioridad el resultado de las votaciones: falseando el censo, con amenazas, sobornos, violencia social, etc. (sobre todo en las zonas rurales y las ciudades pequeñas) conocido como caciquismo. Para llevar a cabo la manipulación, se guardaban papeletas de votación en pucheros, de donde viene su nombre, y se añadían o se sustraían de la urna electoral a conveniencia del resultado deseado.
Otros métodos consistían en la colocación de las urnas en lugares de imposible acceso o la manipulación de las votaciones con lázaros (votos de fallecidos que, al menos sobre el papel resucitaban como el Lázaro de los Evangelios) y cuneros (electores que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía). En los periodos posteriores de la historia electoral española, el nombre de pucherazo siguió empleándose como sinónimo de fraude electoral.
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