Sublevación de Jaca, (12 - 12 - 1930)
La sublevación de Jaca fue la respuesta al profundo malestar existente entre amplios sectores del pueblo después de seis años de Dictadura , y el intento de impedir la restauración del caduco sistema canovista, ya no representativo, dado que muchos de sus prohombres habían declarado su fe en la causa republicana (Maura, Casares, Ortega, etc.).
No fue un episodio histórico aislado, nostálgico de los pronunciamientos militares decimonónicos; por el contrario, la evolución política y el incremento de las organizaciones de masas (sindicatos y partidos de clase) experimentado en Occidente a raíz de la revolución rusa fueron determinantes que confluyeron en los sucesos iniciados en Jaca el 12-XII-1930.
El movimiento revolucionario comenzó embrionariamente a ponerse en funcionamiento poco después del Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), cuando los políticos republicanos, amalgamados en torno a un mismo objetivo (el destronamiento de Alfonso XIII y la proclamación de la II República ), crearon a comienzos del otoño el Comité Revolucionario Nacional (CRN) y el futuro Gobierno Provisional de la República. Los socialistas quedaron incluidos en ambas instituciones tras breves negociaciones. Los trabajadores organizados en U.G.T. irían a la huelga general, secundando a los militares allí donde se sublevasen. Con la C.N.T. los contactos organizativos fueron paralelos. Militares encartados (el mismoGalán ) y civiles del C.R.N. trataron de que los sectores del anarco-sindicalismo apoyasen los próximos acontecimientos.
Pospuesta repetidas veces la fecha del pronunciamiento republicano, Galán comunicó al C.R.N. que ésta quedaba fijada para el día doce de diciembre. La respuesta que recibió de Madrid fue positiva. A media mañana se proclamaba la República en Jaca desde los balcones del Ayuntamiento. Pío Díaz se puso al frente de la alcaldía republicana, como símbolo de que el nuevo poder tendría un carácter estrictamente civil. Al mismo tiempo se organizaban dos columnas, dirigidas por Galán y Sediles, que por carretera y tren respectivamente partirían hacia Huesca. La lentitud de las requisas (dirigidas por Antonio Beltrán) retrasaron la salida de Jaca hasta las tres de la tarde.
A la altura de Anzánigo, sobre las cinco de la tarde, salió al encuentro de la columna de Galán el general Manuel de las Heras, acompañado de algunos números de la Guardia Civil; pretendía, sorprendentemente, disuadir con métodos violentos a una columna de 500 hombres; tras un breve tiroteo, la columna siguió su lenta marcha. En Ayerbe , tras tomar teléfonos y telégrafos y neutralizar a la Guardia Civil, los sublevados proclamaron la República, leyéndose un bando de características similares al de Galán en Jaca. Los republicanos históricos permanecieron al margen de los acontecimientos. En cambio, personajes como Nicolás Ferrer (médico), Alagón (zapatero) y los industriales Ruiz y Fontana participaron activamente, entre otros.
Al amanecer, la columna unificada se detuvo bruscamente a la altura de las Coronas de Cillas, al encontrarse la carretera cortada. Fuerzas gubernamentales procedentes de Zaragoza y Huesca les hacían frente. Se impuso entre los sublevados el criterio de Galán: parlamentar con los oficiales artilleros e invitarles a que se sumaran, como se había convenido. El capitán de infantería con mando en compañía Ángel García Hernández y el capitán Salinas en un coche conducido por “El Esquinazau”, con bandera blanca, fueron los elegidos a tal efecto. Vanos fueron los intentos de García Hernández y Salinas; Fermín Galán que, incapaz de ordenar el contraataque, sumido en la desesperación, sólo pudo expresar a sus tropas que se retiraran porque «entre hermanos no se lucha». Después de un breve tiroteo, se produjo la desbandada entre los sublevados.
Galán se entregaba en Biscarrués a las ocho de la tarde del sábado trece. Ese mismo día, y desde primeras horas de la mañana (con un día de retraso), se iba declarando la huelga en Zaragoza y las Cinco Villas. El lunes quince se extendía a toda España, excepto en Madrid. La sublevación fue sofocada; no así sus efectos, plasmados en las elecciones del 12-IV-1931.
Amanecía cuando los sublevados de Jaca se aproximaban a las lomas de Cillas (a unos tres kilómetros de Huesca); a pocos metros divisaron cómo las lomas estaban silueteadas de soldados armados y de ametralladoras que les apuntaban. Ante el dilema de enfrentarse o parlamentar, no con los generales y los jefes allí apostados, sino con la oficialidad comprometida en la sublevación, Fermín Galán optó por lo segundo. El capitán de infantería con mando en compañía Ángel García Hernández y el capitán Salinas en un coche conducido por “El Esquinazau”, con bandera blanca, fueron los elegidos a tal efecto. Tras expresar su deseo de que querían parlamentar con la oficialidad fueron detenidos de inmediato. A continuación, las tropas gubernamentales comenzaron a disparar ante la perplejidad de Fermín Galán que, incapaz de ordenar el contraataque, sumido en la desesperación, sólo pudo expresar a sus tropas que se retiraran porque «entre hermanos no se lucha».
Hubo tres muertos y veinticinco heridos como resultas del tiroteo; de inmediato se produjo la desbandada general; muchos soldados con sus mandos más inmediatos se dirigieron a Jaca, otros fueron detenidos, algunos oficiales, monte a través, escondiéndose en parideras, torres aisladas…, emprendieron una huida desconcertada. Los civiles venidos desde Madrid (estudiantes y ateneístas) hicieron lo propio procurando camuflarse en grandes poblaciones (Zaragoza, Barcelona, Madrid…). Algunos de los encartados permanecieron en la clandestinidad hasta la proclamación de la II República. Sobre las diez de la noche del día trece llegó a Ayerbe, detenido, Fermín Galán, quien voluntariamente se había entregado en Biscarrués junto a otros sublevados: Mendoza, Manzanares y el maestro armero.
El domingo catorce de diciembre, en Consejo de Guerra con carácter sumarísimo fueron condenados a muerte y fusilados los capitanes Galán y García Hernández; otros oficiales lo fueron a cadena perpetua en ese mismo juicio.
En marzo de 1931 serían juzgados y condenados un significado número de oficiales y suboficiales así como los militares que en Jaca no secundaron la sublevación pero tampoco ofrecieron resistencia (se les acusaba de negligencia). El capitán Sediles, que fue condenado a muerte, fue indultado ante las movilizaciones populares que se desencadenaron en toda España, aunque con mayor intensidad en Jaca, en Huesca y en Zaragoza (eran vísperas de las elecciones municipales de abril de 1931). Los soldados en su mayor parte de pueblos aragoneses, fueron trasladados en castigo a diferentes guarniciones del norte de África (Melilla, Laucién, Tizitketac…)
ás información: https://historiaragon.com/2016/12/12/1930-la-sublevacion-de-jaca/INICIO==>
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