sábado, 24 de febrero de 2024

Vamos al bar de celebración


Ya tengo ganas que abran las piscinas, y no porque esté como loco por lanzarme de cabeza al agua, un chapuzón que me refresque incluso las ideas, las euforias del baño se me están agotando, será la edad, seguramente, ¿qué otra cosa podría ser...? tengo ganas de sentir el chas que hacen las chanclas al andar, por la playa. Tengo tanto calor, aunque esté en medio de un supermercado,  o en la consulta del oftalmólogo, de la que salgo con vista de lince y sin parpadear, ¡qué bárbaro,!; hoy voy a comer una buena tortilla española, por supuesto, con huevos de corral, con esas yemas de amarillo intenso,  una ensalada con frutos de la huerta biológicos, y alguna carne a la brasa. Si a todo esto añadimos la brisa azotando suavemente las hojas de los árboles, aquí se requiere de manera imprescindible que haya árboles, así estaremos consiguiendo unos momentos deliciosos. La velada puede ser para comer, pero a mi me gusta más la nocturna, me parece que tiene más encanto, la noche todo lo confunde, si hasta los gatos son pardos, cuanto más si tenemos que distinguir intenciones. Es cierto que las risotadas de los que se divierten sin complejos, se amplifican en la noche, y los niños, que de vez en cuando quedan algunos a esas horas, tal vez por el cansancio del largo día de travesuras, se vuelven más traviesos, pero son tan espontáneos e inocentes, o no, que más da, que no molestan, sin embargo los trinos de los pajarillos y algunos otros ruidos nocturnos son más agradables y rellenan los vacíos de la noche. Claro, se me olvidaba, y no porque no sea importante que lo es, todo esto se complemanta con la música si el jaleo del bar nos lo permite, que es muchísimo más agresivo, y nos obliga a levantar la voz, que hace que parezcamos vendedores de melones, eso si, de la Mancha, que son los mejores, y que nadie se sienta menospreciado con esto de voceador melonero que no van por ahí los tiros. ¿No les habrá dicho alguien que eso es antinegocio? Vamos, a veces, si no fuese porque la artrosis me lo impide, de un salto me subía a las mesas y me bailaba lo que me echasen, que menudo soy yo, pero al final opto por la tranquilidad, al margen el ruido musical, no se me vaya a salir algún hueso de su lugar y acabemos la fiesta en urgencias, que según están mejor no usarlas.

Vaya tela! Pero al final lo pasamos bien y eso, quieras que no, termina por minimizar lo demás. Es que en nuestras veladas nocheriegas y nostalgicas no nos privamos de nada. 
J.Plou
 

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