lunes, 5 de febrero de 2024

Aceituneros (Miguel Hernandez)


 

Andaluces de Jaén,

aceituneros altivos,

decidme en el alma: ¿quién,

quién levantó los olivos?


No los levantó la nada,

ni el dinero, ni el señor,

sino la tierra callada,

el trabajo y el sudor.


Unidos al agua pura

y a los planetas unidos,

los tres dieron la hermosura

de los troncos retorcidos.


Levántate, olivo cano,

dijeron al pie del viento.

Y el olivo alzó una mano

poderosa de cimiento.


Andaluces de Jaén,

aceituneros altivos,

decidme en el alma: ¿quién

amamantó los olivos?


Vuestra sangre, vuestra vida,

no la del explotador

que se enriqueció en la herida

generosa del sudor.


No la del terrateniente

que os sepultó en la pobreza,

que os pisoteó la frente,

que os redujo la cabeza.


Árboles que vuestro afán

consagró al centro del día

eran principio de un pan

que sólo el otro comía.


¡Cuántos siglos de aceituna,

los pies y las manos presos,

sol a sol y luna a luna,

pesan sobre vuestros huesos!


Andaluces de Jaén,

aceituneros altivos,

pregunta mi alma: ¿de quién,

de quién son estos olivos?


Jaén, levántate brava

sobre tus piedras lunares,

no vayas a ser esclava

con todos tus olivares.


Dentro de la claridad

del aceite y sus aromas,

indican tu libertad

la libertad de tus lomas.

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