lunes, 12 de octubre de 2020

Andando por el techo

 

Me desperté cuando estaba en mangas de camisa vi que estaba de pié en el techo de la alcoba. Es raro que no me diese cuenta antes de lo sucedido, pero no cabía duda: estaba de pie en el techo Por lo demás todo estaba igual el cordón de la luz derecho. La pantalla llena de polvo que vergüenza. Algunas moscas andaban como yo por el techo lo mismo que cucarachas. Comprendí que no se dicen mas que tonterías: que las moscas se agarran del techo de tal forma, que tienen las patas de este modo. Cuando pensé en ello sentí el temor de caerme me agarré con los dedos de los pies. Tonterías, no hace falta, cuando se anda por el techo se hace como si tal cosa. Además, como el ojo es redondo todo resulta lo mismo. Claro que esto no lo comprende todo el mundo sólo lo saben los que como yo andan por el techo algunas veces. Tampoco yo la comprendía antes. A mí me daba mucha vergüenza que la gente me viese que andaba por el techo que no se ha hecho para andar por él. Pero tenía que ir la oficina. Si alguien me decía algo ya le explicaría las cosas, le haría comprender que no tenía yo la culpa. Todos pondrían en mi caso porque cualquiera le puede ocurrir que un día al levantarse empiece andar por el techo. Tenía que al trabajo; hubiera estado muy mal mandar un recado diciendo que no iba a trabajar porque estaba andando por el techo. Más valía ir allí que todo él mundo lo viese. No voy a insistir en cosas de sentido común. 
Los techos están muy mal hechos para andar. Para salir de la habitación no hay más remedio que saltarse los dinteles de las puertas. Yo lo hago muy bien lo toreo. En cambio los techos de las escaleras están estupendos para andar por ellos. Son como cuestas. Los picaportes de las puertas resultan un poco altos.
Como muchas casas tienen aleros me fui poco poco andando por ellos porque como no tengo costumbre tenía miedo de caerme al cielo. La plaza la pasé haciendo títeres por los alambres de la luz.
Pensé que los transeuntes mirarían como iba por los alambres cabeza abajo, pero la gente de este pueblo no se fija en nada, aunque yo se muy bien que lo que hice ayer no tiene ningún mérito. En la fábrica el jefe me vio andando por el techo me dijo: Hola. Pero esto no tiene nada de particular porque el jefe cree que cuando ando por el techo es por   llevarle la contraria. Es su manía. Ya me había acostumbrado pero esta mañana me he levantado durante todo el día estoy andando como todos los demás. Nadie me ha dicho nada yo ¿para que les voy hablar de lo  de ayer?.
Pero lo escribo aunque ya se que no lo lee nadie.

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