Con pequeños niveles de radiación el cuerpo humano presenta varios cambios, los niveles superiores causan estragos bastante alarmantes, muchos de ellos se ven a largo plazo.
Las centrales nucleares son hoy uno de los métodos energéticos más impopulares del globo. Escenarios como el de Chernobyl y Fukushimahan encendido la alerta en la población y las políticas energéticas tienen mucho cuidado a la hora de aprobar estos proyectos. El miedo es justificado en gran medida ya que si bien la tecnología y seguridad han mejorado, los efectos que dejan los desastres nucleares aun se ven en las tierras, animales y hasta en los propios humanos.
Lo peor de la radiación en las personas, es que si no mueren quemados en la explosión, no hay nada que se pueda hacer para contrarrestar los efectos que en muchos casos son completamente destructivos.
Vómitos, diarreas, quemaduras son solo las secuelas más suaves que aparecen al principio de una exposición radioactiva. Pero después se vive un panorama mucho peor, ya que por lo general la radiación afecta las células de los órganos que con tiempo provocan cáncer, problemas a la tiroides, leucemia, tumores y otras terribles enfermedades.
Para cuantificar la cantidad de radiación que absorbe el tejido humano, los científicos hablan de siverts, lo que equivale a 1 mil milisieverts (mSv).
Un estudio realizado por el Consejo de Energía Atómica de Taiwán, la Asociación Nuclear Mundial, el departamento de Transportes de Estados Unidos y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, ejemplificó los daños radioactivos en el tejido humano en siverts. La escala hecha por los expertos es la siguiente: De 50 a 100 mSv cambia la química de la sangre; en 500 mSv se presentan vómitos y náuseas; desde los 700 a 1000 mSv hay pérdida de cabello en solo dos semanas, además de hemorragias y diarreas; sobre los 4000 mSv sin tratamiento la muerte no tarda más de dos meses; por últimos y casos muy extremos de 10 mil o 20 mil mSv se destruye la mucosa intestinal, hay daños al sistema nervioso central, pérdida de conciencia, hemorragias internas y una dolorosamente que no tardará más de dos semanas.
Con estos datos es difícil que la población vuelva a confiar en las plantas nucleares, y eso que ni siquiera se mencionan los casos de deformidades en niños nacidos incluso tiempo después de los accidentes nucleares.
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