martes, 16 de abril de 2024

Madrigal a la luna (Ramón Bonachí)



Luna que vas de blanco,
amante del poeta a cualquier hora,
asomas sigilosa desde el flanco
oscuro, de una nada seductora.
Luna creciente o bien luna menguante,
musa de Federico
y de la sangre roja del Camborio.
Intensa y penetrante
con un místico tiempo transitorio
que llena el infinito de luceros
para que no te sientas nunca sola;
serán tus compañeros
hasta que el sol despierte a la amapola
y esconda una figura
que tanto, por su aspecto, a cautivado
a todo soñador enamorado.
.
Fotografía y poema Ramón Bonachí.

Análisis del poema El poema presenta una reflexión sobre la luna, a quien se personifica como un ser consciente y seductor que interactúa con el poeta. Esta representación simbólica de la luna como amante evoca temas de amor, soledad y la búsqueda de inspiración. Personificación de la luna La luna es descrita como "amante del poeta" y se menciona que "asomas sigilosa", lo que sugiere una relación íntima entre el poeta y este astro. La personificación de la luna refuerza su papel como musa, lo cual está vinculado a la tradición romántica donde los cuerpos celestes inspiran la creación artística. La luna se convierte así en un símbolo de deseo y misterio. Contraste de luces y sombras El uso de los términos "blanco" y "oscuro" establece una dualidad esencial en el poema. La luna, asociada con la luz, emerge del "flanco oscuro" que representa la nada. Este contraste sugiere que la creatividad y la inspiración pueden surgir de lugares inesperados, incluso de la soledad y el vacío. Además, la referencia a la "nada seductora" provoca una tensión entre la ausencia y la plenitud que la luna aporta al universo poético. Referencias culturales Se menciona a "Federico" y al "Camborio", evocando a Federico García Lorca, un poeta profundamente ligado a la luna en su obra. El “sangre roja del Camborio” hace alusión a la herencia gitana y a la pasión, sugiriendo que la luna también puede simbolizar la lucha y la tragedia. Esto añade una capa de significado que une la belleza de la luna con el sufrimiento humano y las pasiones intensas que experimentan los amantes. El tiempo y la eternidad Las expresiones “místico tiempo transitorio” y “hasta que el sol despierte a la amapola” indican un ciclo natural donde la luna proporciona compañía en la oscuridad. Sin embargo, este tiempo es efímero, ya que la llegada del día podría poner fin a esa conexión. La luna actúa como un refugio para los soñadores, sugiriendo que en la noche, cuando el mundo está en silencio, se pueden explorar los sentimientos más profundos. Reflexión final sobre la soledad El poema culmina con la imagen de la luna llena de luceros, que simboliza la esperanza y el apoyo para aquellos "que no te sientas nunca sola". Esto puede interpretarse como un consuelo ante la soledad, donde la luna se convierte en compañera de todos los enamorados y soñadores. Al final, la figura del poeta refleja a todos aquellos que buscan amor y conexión en un mundo que a menudo parece frío y desolador.
Conclusión El poema es una rica exploración de la luna como símbolo de amor, soledad y la búsqueda de inspiración. Su poder evocador y su profunda conexión con la naturaleza y la experiencia humana invitan al lector a reflexionar sobre su propia relación con el mundo y con sus emociones más íntimas.

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