sábado, 9 de marzo de 2024

MENSAJERA DE LA ESTACIÓN TOTAL (Juan Ramón Jimenez)



Todas las frutas eran de su cuerpo,
las flores todas, de su alma.
Y venía, y venía
entre las hojas verdes, rojas, cobres,
por los caminos todos
de cuyo fin con árboles desnudos
pasados en su fin a otro verdor,
ella había salido
y eran su casa llena natural.

¿Y a qué venía, a qué venía?
Venía sólo a no acabar,
a perseguir en sí toda la luz,
a iluminar en sí toda la vida
con forma verdadera y suficiente.

Era lo elemental más apretado
en redondez esbelta y elejida:
agua y fuego con tierra y aire,
cinta ideal de suma gracia,
combinación y metamórfosis.

Espejo de iris májico de sí,
que viese lo de fuera desde fuera
y desde dentro lo de dentro;
la delicada y fuerte realidad
de la imajen completa.
Mensajera de la estación total,
todo se hacía vista en ella.

(Mensajera,
¡qué gloria ver para verse a sí mismo,
en sí mismo,
en uno mismo,
en una misma,
la gloria que proviene de nosotros!)

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