miércoles, 7 de junio de 2023

El mañana efímero (Antonio Machado)



 La España de charanga y pandereta,

cerrado y sacristía,

devota de Frascuelo y de María,

de espíritu burlón y de alma quieta,

ha de tener su marmol y su día,

su infalible mañana y su poeta.


En vano ayer engendrará un mañana

vacío y por ventura pasajero.

Será un joven lechuzo y tarambana,

un sayón con hechuras de bolero,

a la moda de Francia realista

un poco al uso de París pagano

y al estilo de España especialista

en el vicio al alcance de la mano.

Esa España inferior que ora y bosteza,

vieja y tahúr, zaragatera y triste;

esa España inferior que ora y embiste,

cuando se digna usar de la cabeza,

aún tendrá luengo parto de varones

amantes de sagradas tradiciones

y de sagradas formas y maneras;

florecerán las barbas apostólicas,

y otras calvas en otras calaveras

brillarán, venerables y católicas.

El vano ayer engendrará un mañana

vacío y ¡por ventura! pasajero,

la sombra de un lechuzo tarambana,

de un sayón con hechuras de bolero;

el vacuo ayer dará un mañana huero.

Como la náusea de un borracho ahíto

de vino malo, un rojo sol corona

de heces turbias las cumbres de granito;

hay un mañana estomagante escrito

en la tarde pragmática y dulzona.

Mas otra España nace,

la España del cincel y de la maza,

con esa eterna juventud que se hace

del pasado macizo de la raza.

Una España implacable y redentora,

España que alborea

con un hacha en la mano vengadora,

España de la rabia y de la idea.


Este es uno de los poemas más emblemáticos del Antonio Machado (1875-1939) político, cívico, social. Del Machado que denuncia enojado la descomposición de la patria, el atraso moral e intelectual de la sociedad de su tiempo, la secular decadencia que ni siquiera es consciente de su descomposición.

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