Se convirtió en una leyenda popular debido a su generosidad con los más pobres (este le robaba a los ricos y repartía entre los pobres algo de lo robado, de manera que esto hacía que subiera la estima que de él tenían en los alrededores).
Nacido en Utrera el 20 de agosto de 1757 en una familia de campesinos, Diego Corriente Mateos tuvo una corta vida de bandolero, apenas cinco años tal vez no cumplidos, antes de ser ajusticiado con solo 24 años. «No se sabe exactamente por qué se hizo bandolero, aunque es posible que se rebelara contra la situación de explotación de los latifundios», indica Almazán. Fuera como fuere, el joven «de dos varas de cuerpo, blanco, rubio, ojos pardos, grandes patillas de pelo, algo picado de viruelas y una señal de corte en el lado derecho de la nariz», como lo describió en una carta su implacable perseguidor Francisco de Bruna, se echó al campo con 19 años, robando caballos que llevaba de contrabando a Portugal a través de una bien organizada ruta de postas y allí vendía.
El rey Carlos III, por medio del juez Francisco de Bruna y Ahumada, ordena, en 1780 su captura, ofreciendo cien piezas de oro a quien lo entregara vivo o muerto. Ese mismo año huye a Portugal por el acoso constante de las autoridades y allí es apresado por el gobernador de Sevilla y una compañía portuguesa al mando del capitán Arias. Poco tiempo después se le traslada a Sevilla donde es juzgado y condenado a morir en la horca. Posteriormente su cadáver fue descuartizado como era costumbre, enviándose partes de su cuerpo a cada una de las provincias en las que había actuado. Su cabeza quedó en Sevilla para días más tarde recibir sepultura en la iglesia de San Roque donde apareció a finales del siglo XX, durante unas operaciones de restauración del templo, con un garfio clavado en el cráneo, como se solía hacer con las cabezas de los ajusticiados. En 1999 se publica un artículo firmado por un jurista español denunciando las irregularidades en el proceso de extradición del bandolero a España por parte de las autoridades portuguesas.
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