La desobediencia civil es un recurso propio de una democracia que puede fortalecer sus
instituciones, paradójicamente, oponiéndose a una autoridad democrática legitimada por la
mayoría, sea una ley o una política de gobierno.
La desobediencia civil la realizan ciudadanos/as que aceptan la Constitución cuando hay
violación deliberada, persistente y durante un largo período de tiempo de los principios de la
justicia y se han agotado otros canales legales.
La desobediencia civil se dirige al sentido de la justicia de la mayoría de la comunidad, para
declarar que en opinión de los desobedientes, y a la luz de la Constitución y de los Derechos
Humanos universales, la cooperación social entre personas libres e iguales no está siendo
respetada porque hay violación de los derechos de una minoría.
La desobediencia civil consiste en acciones:
• Contrarias a una ley o a una política de gobierno, que no necesariamente debe ser la ley o la
política que se quiere cambiar.
• Públicas, porque se realizan en la esfera pública, pero también porque se inspiran en principios
públicos, es decir, en principios que son comunes a todos, como los de la democracia y los de la
justicia.
• No violentas, porque no recurren a la violencia física o verbal, porque expresan una
desobediencia a la ley pero dentro de los límites de la fidelidad a la ley, y porque quienes las
realizan están dispuestos a asumir la sanción correspondiente.
• Realizadas en conciencia, es decir, como fruto de un discernimiento ético en el que se han
ponderado los valores y los bienes que están en riesgo.
• Políticas, porque están dirigidas a la mayoría política y porque se guían por los valores
constitucionales.
• Con el fin de exigir un cambio en la ley o en las políticas del gobierno.
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