UNA COLUMNA MILIARIA EN TARRAGONA.
El Museo Arqueológico de Tarragona adquirió en 1883 un monumento más importante por lo que
representa y por referirse a uno de los mejores períodos del engrandecimiento de esta ciudad, por su ostentación y hermosura, Este monumento, es un cipo o columna miliaria, de grandes dimensiones, pero muy corroída
y algo maltratada por los siglos y las humedades. Este interesante
resto ha sido descubierto casualmente en los desmontes y excavaciones
que se practicaron para la construcción de la plaza de Toros, en el
terraplén que formaba la contra-escarpa del foso del baluarte de
Orleans, demolido en 1883, en el punto que sería corral para los
toros, inmediato al chiquero. Los peones que se ocuparon de los desmontes,
al encontrar la columna, no creyéndola de mayor mérito, vistas sus
proporciones considerables, para moverla con más facilidad, la
rompieron en dos partes. Desgraciadamente, como suele suceder, la
ruptura coincidió con una de las líneas de la inscripción, si bien
no afectó gran cosa a las palabras mutiladas, por ser de grandes
caracteres. La columna tiene unos 2 metros de altura;
es de piedra del país y se halla,sumamente
corroída, lo que le da un aspecto de gran antigüedad. La incripción
está formada de letras de gran tamaño, pertenecientes a la época
del alto Imperio, está dividida en cuatro renglones, y se expresa
así:
IMP. CAES
AVG. COS. XI
TRIB. POT. X
MAX. VIA
Esto es: Imperatori Casari Augusto,
Cosuli XI. Tribunicia: Potestatis X, Máxima Via.
Este monumento es
importantísimo es una inscripción del especial protector de
Tarraco, Octaviano Augusto, durante su vida, en el supuesto de que
fue dedicada cuando el emperador tenía 49 años, 14 antes del
nacimiento de Jesucristo, en que había sido elegido cónsul por
undécima vez, y el décimo de su tribunicia potestad. Es igualmente
interesante este resto como data, atendido que si bien es'verdad que
el primero que hizo medir los caminos fué Cayo Graco, no se completó
esta importante mejora hasta el imperio de Augusto, quien dispuso que
las grandes vías que cruzaban todo su vasto Imperio tuvieran un
centro común, que fué el Foro romano, la principal plaza de Roma, y a este efecto, según Dion Casio, mandó colocar en medio de ella una
columna dorada que se denominó Miniarum aureum, desde donde partían
las vías, y donde empezaba la medición por millas de todas ellas
hasta los confines del Imperio, a cuyo propósito dice Plinio:
«Mensura cúrrente á milliario in capite romani fori statuto. »
Con referencia a Tarragona, es presumible que la medición se hubiese
verificado en el antes citado año 49 del emperador Augusto,
colocándose este monumento conmemorativo como testimonio de aquella
importantísima mejora que arreglaba la marcha de los ejércitos de
mansión en mansión, y orientaba á los viajeros indicándoles el
camino que debían seguir, lo que habían andado y lo que les faltaba
para terminar su viaje, á cuyo objeto se colocaban los cipos o
columnas miliarias en las márgenes de las vías públicas donde
estaban las millas itinerarias de pueblo a pueblo o de mansión en
mansión para inteligencia y guía del viajero o jefe de la fuerza
militar en marcha, para saber el punto de partida y el punto de descanso, objeto
principal de esta división itineraria. Para reunir la tropa alojada
y prepararse a emprender la marcha tenían los romanos una tocata
especial, que llamaban itinerarium, empleando el lituus, que era una
trompeta de metal, larga y derecha, con una encorvadura al extremo a
manera de pipa para fumar, Al oirlo los soldados preparaban su
equipaje, que consistía en trigo para quince días, las armas, una
segur, un rallo, una cadena, una soga o correa, una sierra, una hoz,
una cestilla y sus ropas, cuyo peso llegaba a sesenta libras, y con
esta desmesurada carga andaban, según Vegecio, 25 millas,
que era la marcha ordinaria. Hora quinqué cestivis XXV. M. passuum
militar i gradu. » Confirma hasta cierto punto sobre la época del
mejoramiento de los caminos o grandes vías, con referencia a
Tarragona, el que el emperador Augusto, temeroso de que con la paz
general que disfrutaba todo el Imperio, se corrompiese la disciplina
del ejército, dispuso que las legiones procedieran al arreglo de las
vías en las provincias pacificadas después de haber cerrado las
puertas del templo de Jano por cuarta vez; y como esta ceremonia se
efectuó al terminarse definitivamente la guerra cantábrica (1*) o española, en el año 25 antes de nuestra era, las legiones que se
hallaban en Tarragona hubieron sin duda de emplearse en estas faenas,
en las que se ocuparían nueve años.
'.
(1*) La guerra cantábrica no terminó
hasta el año 19 antes de J. C. por cl distinguido general romano
Marco Agripa, yerno de Augusto, gobernador que fué de la
Tarroconense durante cinco años. Las legiones que militaban en
España cuando Augusto cerró las puertas de Jano, según l'ácito,
eran tres: la tercera Gálica, que vino de las Galias con M, Agripa,
la sexta Ferrata y la décima Fretense; además había cuerpos de
tropas pertenecientes a las legiones cuarta y quinta. En tiempo de
Augusto la legión se componía de 6.000 infantes y 600 caballos.
Sin embargo, mucho antes de la venida de los romanos a España ya existían en ella
varias vías o caminos públicos, ásperos y difíciles, así lo
indica Tito Livio con estas palabras: « Pleraque itinera Hispanice
impedtta sunt asperitate viarum, et angustiis saltibus crebris.»
La calzada más antigua fuera de
Italia, es la que conducía de Cartagena a los Pirineos, para ir
después por los Alpes a Roma, medida ya y señalada con los
miliarios en tiempo de Escipión el Menor, y esta vía sin duda había
de pasar por Tarragona.
Este monumento es de interés para la historia de Tarragona, porque evidentemente este cipo, a
semejanza del Milliarium aureum de Roma, señalaba el punto donde
venían a converger las tres grandes vías que formaban parte de la gran vía Aurelia, Maxima Via,
como dice la inscripción, y por ser punto de partida de todas ellas,
no lleva guarismo ni indicación alguna. No puede dudarse de que en
el sitio del hallazgo existía un Forum o plaza pública,
atendido que con la columna aparecieron muchos sillares de piedra del
país, de figura poligonal o cuneiforme (gomphi), que constituían el
firme de las vías públicas y el enlosado de las plazas de una
población de alguna importancia. Estos sillares tienen la superficie
sumamente gastada y las aristas han desaparecido con el roce de las
pisadas de los transeúntes en este sitio. Los demás sillares que
faltan se emplearon en el año de 1821 al construir el antedicho
baluarte de Orleans, que vino a ocupar el lugar del Foro romano.
En la
época romana, a un tiro de fusil del sitio que mencionamos, se hallaba el cruce o enlace de las tres carreteras que se dirigían a
Valencia por Tortosa, a Zaragoza por Lérida y a Barcelona; la columna miliaria en cuestión señalaba el
punto de partida de las dos grandes vías que de esta ciudad iban,
una a Castulon por Dertosa, y otra a Cesaraugusta por Ilerda, y el
punto de parada o término de la que venía por cl Summo Pyrenico
desde Narbona, cuya longitud, según el Itinerario de Antonino, era
de 234 millas (351 Km). Este resto es tanto más apreciable, en atención a la
rareza de los cipos o columnas miliarias en toda Cataluña. En el mes
de Mayo de 1855 fué descubierto uno de estos monumentos itinerarios
en una viña propia de D. José Porqueras, situada entre el vecino
pueblo de Vilaseca y el cortijo de Vilafortuny (Salou). Dicha columna
con su correspondiente inscripción, la vio y copió el cura párroco de
Vilaseca, y tenía cuando se encontró, 3 pies y 8 pulgadas
de alto, a causa de hallarse mutiladas ambas extremidades, con 2 pies
de diámetro. La inscripción ocupa las tres cuartas partes de su
circunferencia, y estaba concebida en estos términos ':
Q. HERENNIO . ETRVS
Cü. MESSI. DECIO. NÜBILI
SSIMO. CAES. PONT. MAX
TRI B POT. COS. IL P. P.
PROCOS VIA. AVG
M. P. CLXXX
No fué posible salvar este monumento:
lo habían destrozado para construir con sus restos una pared a la viña.
En la división de la vía Aurelia, y
en el trayecto desde Tarragona a Dertosa, había, según el
Itinerario de Antonino y de los Vasos Apolinares, tres estaciones que
eran: De Tarragona a Oleastrum 21 millas (31,5 Km) a Tria
Capita 24 millas (35,5 Km)„ a Dertosa 62 millas (93 Km).
La
estación de Oleastrum se hallaba en un despoblado que hay entre el
pueblo de Cambrils y Hospitalet, poco antes de llegar al río Llastre, (corrupción de la palabra latina leasíer). Antes de entrar en la villa del
Hospitalet, y en la torrentera por donde corre el río Llastre, se
ven en ambas márgenes los estribos y arranque de un arco de
construcción romana, que se supone sería el puente por encima del
cual pasaba la vía.
De Oleastrum iba la vía por las playas
de San Jorge y de la Atmetlla a la otra estación de Tria Capita, en
el Perelló, pueblo fundado entre tres colinas, de cuya circunstancia
sin duda tomó el nombre la estación. El Sub Saltu que no menciona
el Itinerario, y sí los tres Vasos Apolinares, no era estación,
sino tal vez punto de descanso en lo más alto del Coll de Balaguer,
y así lo indican las cinco millas de marcha desde Oleastrum ,
jornada corta que no constituía una etapa, pero penosa a causa de la
rápida subida hasta la cumbre de la montaña, donde se halla el
saltus o esfiladero (coll).
La segunda sección de la vía Aurelia
era la que se dirigía a Cesaraugusta (Zaragoza) y en el trayecto de Tarragona
a Lérida sólo había dos estaciones intermedias, De Tarragona a
Septimun Decimum (vilaverd) 17 millas (25,5 Km) a Ad Novas 13 millas (19,5 Km), a
Ilerda (Lérida) 48 millas (72 Km).
La vía en este trayecto salía de
Tarragona siguiendo siempre la orilla izquierda del río Francolí (Tulcis) hasta llegar al pueblecito de
Vilavert a poco de haber pasado el Coll de la Riba, y que en sus
inmediaciones debía existir la estación, que a causa de su
distancia de la capital llamaron Septimum Decimum, por el número de
millas. De Vilavert seguía la vía por el actual camino de Espluga de Francolí, y llegaba a
Vinaixa (Ad Novas) en el límite divisorio de las provincias de
Tarragona y Lérida, y en el mismo punto donde tenía nacimiento el
río Francolí. La restante vía hasta llegar a Lérida va por
terreno llano y no ofrece la menor dificultad. En la calzada de
Narbona a Tarragona y en el trayecto de esta última ciudad a
Barcelona, según el Itinerario de Antonino, sólo había tres
estaciones intermedias: De Tarragona. a Palfuriana (Vendrell): 7 millas
(10,5Km). a Antistiana 13 millas (19.5 Km), a
Fines 17 millas (25,5 Km), a Barcelona 67 millas (100,5 Km).
La vía salía de Tarragona y pasaba
junto al sepulcro llamado de los Escipiones, en cuyo punto se
encontraron muchos restos de edificios romanos, y a lo que parece
algunos vestigios de la vía, cuando en 1802 se rectificó la
carretera de Valencia a Barcelona. Continuaba la vía hacia el arco
romano de Lucio Licinio Sura, conocido vulgarmente por arco de Bará,
en cuyas inmediaciones debió hallarse la estación de Palfuriana
(Vendrell), entre Creixell y la ermita de Bará, que dista de
Tarragona las 16 millas (24 Km),. Al salir de Palfuriana torcía la
vía a la izquierda en busca del Noya, y seguía el mismo trazado de
la actual vía férrea. La estación de Antistiana, que sólo distaba
do Palfuriana 13 millas (20 Km), debía corresponder entre La Bisbal
del Panadés y Bañeras; y desde allí, siguiendo la rambla del Noya,
se llegaba á Fines, que distaba 20 millas (30 Km). No hay mucha
certidumbre sobre el punto que ocupaba la población de Fines, y la
opinión general es de que se hallaba donde hoy la villa de
Martorell. D. Miguel Cortés calcula muy oportunamente en su
Diccionario geográfico antiguo, que se llamaba así a causa de ser
el último pueblo de la región cosetana, lindante con la Laietania,
a la izquierda del Llobregat, el cual formaba el límite divisorio de
ambas comarcas. La de la parte de la Cosetania al salir de Martorell
desapareció con gran parte del puente cuando éste, accidental ó
intencionadamente, fué arruinado, tal vez durante la ocupación
musulmana; Según parece, al pie de esta misma colina la vía romana
se bifurcaba; el camino que iba a Barcelona seguía la orilla
izquierda del Rubricatui (Llobregat) y andaba así en un trayecto de
20 millas (30 Km) hasta Barcelona, y desde allí iba, segun el
Itinerario de Antonino, al Prectorio y Secerras, uniéndose á la
gran vía. La otra fracción desde el puente de Martorell iba
directamente a Arrago, según los tres Vasos Apolinares, pueblo
desconocido, que a calcular por las distancias de este último
itinerario, debió existir entre Badalona y el Masnou, continuando
hasta Secerras (San Celoni), para unirse a la gran vía. Con esta bifurcación
quedaba de hecho arrinconada la ciudad de Barcelona en el ángulo que
forma la costa desde el Besos a la montaña de Monjuich y de ésta a Martorell.
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