Las palabras dichas por Pi i Maragall, en 1873, me han impresionado y considero que siguen siendo válidas en 2014
Decía:
Por cada hombre leal, he encontrado cien traidores
Por cada hombre agradecido, he encontrado cien ingratos por cada hombre desinteresado cien, que no buscan en la política sino la satisfacción de sus apetitos, girando los ojos hacia mi partido no veo sino dudas,vacilaciones, desconfianzas cuando no injurias, por los imbéciles, que combaten las cosas por sistema sin conocer los resultados; por los analfabetos, que su misma ignorancia no les deja ver que los demás no son como ellos; por los degenerados, que en lugar de dar luz a las bibliotecas la apagan, sirviendo la misma para jugar al golfo, robándose los cuartos que algunas veces les hacen falta para comprarse alimentos
Como ejemplo, una de sus colaboraciones en la revista "album salón" en enero de 1900:
EL AGUA
Que si es bella el agua? Bella es el
agua pura en vaso de cristal puro. Bella es la que en sombrío y
silencioso bosque emana entre peñas, y cae con blando y monótono
ritmo en mar de verdes márgenes. Bella es la que, hecha arroyo o apacible río, corre murmurando entre álamos, entre adelfas o entre
juncos y espadaña. Bella es cuando se quiebra en rocas cubiertas de
musgo, cae en menudas cascadas o se trenza o destrenza sobre
blancas guijas. Bello es el manso río, ya se ahocine, ya se explaye,
ya reciba más o menos caudalosos afluentes, ya en la plenitud de su
vida se precipite al mar, que es su sepulcro. Bella y melancólica es
su entrada en el Océano. Bello es el lago que refleja los árboles de
sus riberas y el azul del cielo; bello cuando lo riza el blando
viento; bello donde recoge y amansa impetuosos ríos. Bella es la mar
serena, cuando tranquila extiende y recoge en las orillas sus franjas
de espuma, o quiebra en sus olas los rayos del sol o la luna;
bella, cuando de sus aguas parecen surgir o en sus aguas sumergirse
los dos astros. Bellos son los geyseres, que despiden sus aguas en
forma de vistosos penachos. . Bella es el agua en las fuentes de
nuestros jardines, cuando caen en mares donde sin cesar titilan las
anchas hojas de los nenúfares. Bella es en los moriscos aljibes de
Granada; bella en los pozos de alto brocal abiertos en llanuras
silenciosas. Junto a dos pozos se desarrollan los dos mejores
idilios de la Biblia: el de Eliézer y Rebeca y el de la Samaritana.
Bellas son por fin las blancas nieblas, las blancas nubes, la blanca
nieve, la sosegada lluvia, las gotas de rocío, el arco Iris. , El
agua es también sublime. Es sublime, cuando con negras nubes
oscurece los rayos del sol y entolda el cielo. Sublime, cuando á la
luz del rayo y el fragor del trueno bate con ímpetu la tierra, baja
con extrepito por ramblas y barrancos, hincha y desborda los ríos,
hunde puentes, inunda pueblos, cubre los anchos valles. Es sublime en
los grandes ríos, en cataratas como las del Niágara, en raudales
como los del Orinoco, en saltos como el de Tequendama.
Conmueven el ánimo esas inmensas moles de agua que hace siglos de
siglos van incesantemente despenándose, sin que jamas se agoten. Es
sublime el mar, principalmente en el crepúsculo de la tarde, cuando
desde el buque en que navegamos llena nuestro horizonte; sublime,
cuando se entumecen sus aguas y escalan el cielo y abren abismos que
sólo alumbra la luz de los relámpagos; sublime, cuando bate con
furor las rocas de la playa, y arroja por encima de los más altos
arrecifes sus oleadas de espuma; sublime, cuando la olmos rugir en el
silencio de la noche. Es sublime el agua, cuando lucha con el
incendio y lo extingue; cuando, hecha vapor, empuja por los mares el
buque de hélice y por la tierra la locomotora. Su fuerza sobrepuja
entonces la de millares de caballos, y pone en movimiento masas
enormes. Es sublime por fin el agua en el fondo de misteriosas
grutas, donde, á través de órridos peñascos y á fuerza de
siglos, labra imágenes fantásticas y alimenta oscuros lagos. El
agua es á la vez bella y sublime en las grandes geyseres, donde,
estremecida la tierra y rugiente el cráter, brota hirviente, se
lanza al cielo en chorros al tísimos, y allá en la cúspide refleja
todos los colores. Cae con estruendo y se esparce en arroyos por la
llanura. Oh, agua, tú no eres solo bella y sublime; tú eres la
vida. Sin ti la tierra toda sería un desierto como los de América y
África. Mantienes tú los seculares árboles de lus bosques
vírgenes, jamás cultivados por el hombre. Sin ti, ni aún con el
cultivo darían fruto montes ni valles. Si contigo el sol fecunda,
sin tu concurso quema y mata. No sin razón dijo Pfndaro en sus
olímpicas que eres alto don del cielo. De ü necesita cuanto en la
tierra vive, y en ti vive todo un mundo de seres que en la tierra
mueren. Manantial eres, repito, de toda vida. Diéronte origen dos
gases: el hidrógeno y el oxígeno: tú lo diste á los vegetales y
los animales. Albérganse aun en tus saladas ondas esos seres que
participan de las dos naturalezas y parecen corresponder á los dos
reinos.
Grandes son tus condiciones. Eres
susceptible de todo género de formas; te adaptas al vaso que te
contiene. Buscas sin cesar tu nivel: si cien vasos se comunican, con
que en uno te virtamos, por todos te derramas y te elevas á la misma
altura. Sostienes en tu superficie todo cuerpo que no pese más que
el agua que desaloja. Permites con esto la flotación de buques que
pesan millares de toneladas. No sólo corres por la haz de la tierra;
en algunos lugares, corres tan honda que sales hirviendo. Tomas de
las substancias que atraviesas y adquieres altas virtudes. Eres gran
disolvente. Gota á gota horadas las más duras peñas. Recibes con
amor otros líquidos: con ellos instantáneamente te mezclas y
confundes. De casi todos tomas el color que tienen, y del color"que
cada uno tiene das todos los matices. ¿Qué más podré decir de ti?
Bastará que diga lo pulcra que eres. Tú purificas los cuerpos y,
según la religión, las almas. F. PI Y MARGALL
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